En busca del erotismo perdido
De manera silenciosa y casi sin darse cuenta, se va instalando en muchas parejas el aburrimiento y es entonces, cuando surge el bloqueo erótico. Los encuentros sexuales, que antes se buscaban con impaciencia y agrado, se van espaciando poco a poco hasta convertirse en una esporádica rareza.
¿Qué ha pasado? ¿Dónde están los amantes solícitos? Aquellos que buscaban cualquier excusa para encontrarse bajo las sábanas o en cualquier lugar propicio. Cuando no había cansancio, ni compromisos, ni trabajo pendiente. Lo primero era lo primero, y el sexo ocupaba ese lugar.
Es verdad que el deseo sexual, ese despertador que pone en marcha el ansia del encuentro, se va haciendo perezoso con el tiempo y ya no suena tan fuerte ni con tanta premura. Por otro lado, la presencia continua y la seguridad que aporta una pareja, en muchas ocasiones, juega un papel de saturación del estímulo sexual haciéndolo menos apetecible. Lo mismo que le ocurre a algunas personas ilusionadas por la compra de una moto estupenda, que cuando la tiene a disposición le da pereza sacarla del garaje. Así les pasa a algunas personas sanas, guapas, y con atractivo sexual, que viven aparcadas en una relación de pareja sexualmente bloqueada.
Alguien podría pensar que cambiar de pareja podría solucionar el problema, pero el tema no es tan fácil: se puede estar hastiado de tener relaciones con la misma pareja, y también de ir a la caza y captura de nuevas relaciones, que a la larga pueden ser tan rutinarias como la estricta monogamia.
Por eso sabemos que cuando una pareja lleva cierto tiempo junta, la fogosidad puede disminuir y sus encuentros sexuales se van aplazando. No se trata de parejas en crisis donde los conflictos en la relación provocan el alejamiento, ni debido a otros problemas sexuales. Sencillamente va pasando el tiempo y cada vez parece que hay menos motivación y da más pereza iniciar esos contactos. Hay que decir que todo el mundo no tiene el mismo interés por el sexo y que cualquier pareja puede vivir etapas de mayor sequía erótica. Es normal que el deseo y el interés sexual suban y bajen, pero en algunos casos no se trata de ondulaciones, sino de la más desértica llanura.
La rutina y el aburrimiento afectan más a unas parejas que a otras. Los primeros síntomas de alarma aparecen cuando se van sucediendo los días sin que se encuentre tiempo ni ocasión para hacer el amor.
No vale aquello de que el deseo debe surgir de manera espontánea, no en mundo como el nuestro, con la agenda tan ocupada y tan saturada de estímulos, como hemos comentado. Largas jornadas de trabajo, llevar a los niños al parque o a las actividades extraescolares, sacar a pasear al perro, tareas domésticas y compras, atención a la familia y amigos, etc. ¿Dónde queda la sexualidad de la pareja en este contexto? Muy desnutrida y disminuida por falta de atención y cuidados eróticos.
Como bien lo dice la canción: “Amores los tienen todos, pero quién los sabe cuidar. …El amor es como tierra, que hay que arar y sembrar, mírala al caer la tarde, no la vengan a pisar”. También nosotros los sexólogos hablamos de mimar adecuadamente la vida amorosa y sexual. El sexo necesita atención y cuidados, y es por eso tan importante cultivar el desarrollo erótico.
En resumen, la convivencia puede ser una dura prueba para el amor y el sexo; por eso, si queremos disfrutar de una vida amorosa feliz y saludable debemos reforzar el papel de amantes. Es una cuestión de actitud ante la vida, de si queremos o no, sentirnos sexualmente vivos.
No podemos olvidar que nuestra pareja es un objeto de deseo para muchas otras personas y que si no cultivamos la seducción, otras personas lo harán por nosotros. Activar nuestro universo erótico, sentirnos objeto de deseo y comportarnos como seres que desean y son deseados, son la clave para mantener activa la viva sexual en la pareja.
Dra. María Perez Conchillo