ABC Sexología | Disfruta de la Navidad… en pareja

Disfruta de la Navidad… en pareja

Disfruta de la Navidad…  en pareja

Las vacaciones de verano son, estadísticamente, un momento clave para la supervivencia de las parejas. Los divorcios siempre resultan más abundantes en los meses siguientes, una vez se vuelve a casa. Una “sobredosis” de convivencia entre aquellos que se llevan mal provoca este resultado: las fricciones acaban por romper lazos que están ya deteriorados.

Y un efecto parecido provocan las fiestas navideñas. La convivencia desgasta y causa  conflictos, pero, además, se introduce un factor de estrés adicional: todo eso se comparte con la familia de uno o ambos miembros de la pareja.

Está claro que vamos a pasar un periodo especial. Para muchas personas, estos pocos días al año en que se debe compartir tiempo “por obligación” con familiares propios o familia política suponen elevados niveles de estrés, que pueden durar semanas. Aunque a muchas personas les agradan estas fiestas, otras simplemente las sufren y el agobio comienza a surgir casi un mes antes, en cuanto la televisión saca el primer turrón o el anuncio de la lotería.

No es necesario que afrontemos estos días como ovejas que van al matadero. Podemos actuar en dos frentes: por un lado, podemos limar tensiones en lo familiar y, por otro, aprovechar para mejorar nuestra vida en pareja. Sí, sí, mejorar, que tampoco es imposible.

Que las reuniones familiares no te amarguen

Vamos a empezar por lo casi siempre inevitable: las comidas no deseadas en familia. Si son en tu casa, tendrás menos opción, pero si son fuera, debes restringir  al mínimo el tiempo de estancia: llega justo en punto –no hagas esperar, que está muy feo- y programa una actividad para inmediatamente después. Queda con unos amigos, prevé un paseo por el parque con los niños o visita a algún otro familiar o conocido. Ya sabemos poner límites es una actividad muy sana y vamos a empezar por limitar el tiempo. Además, en muchos casos, se espera de ti que vayas, no que te quedes a vivir.

Si quien recibe en casa eres tú, detecta al “supertardón” o “supertardona” y dile que venga una hora antes que a los demás, para no tener a un grupo entero esperando y poniéndose nervioso.  Si te enfrentas a un caso imposible, empezad sin él o sin ella, con cortesía y asertividad: “no podemos empezar a comer a las 4, así que tardad lo que queráis sin preocuparos, que os hemos guardado de todo”.  Como anfitrión o anfitriona, también puedes programar actividades que limiten el tiempo de las visitas.

Manejar un entorno social que te desagrada es complicado. No os recomendamos la sumisión ni la agresividad. Ni nos “tragamos todo” ni “saltamos por cualquier cosa”. En realidad, podemos decir casi lo que queramos, si lo hacemos con tranquilidad y sin ofender, es decir, manteniendo una actitud asertiva.

Antes de empezar a hablar, tenemos que empezar a callarnos, en este  caso, a no entrar al trapo y no caer en trampas. Si tenemos enfrente a una persona muy agresiva, no debemos iniciar una conversación hasta que no se tranquilice, -lo que, en algunos casos, puede ser nunca-.  Si esa persona rompe las dinámicas con agresiones verbales tipo “comentario desagradable”, podemos emplear varios truquitos.  Uno de ellos es sonreír, asentir con la cabeza y mirar a la persona que nos habla, pero no a la cara, sino justo medio metro por detrás  de donde está.  Así hasta que se canse. Si nos pregunta algo directamente, podemos decir “¿qué?, ¡ah!, sí… bueno… eh…” y cambiamos de tema: “¿alguien quiere más langostinos?”.

Otro truco es hacer lo mismo, pero hablando en tono neutro: “Sí, creo que hay un tipo de gente que piensa exactamente como tú” y otra vez, cambiar de tema: “¿Este vino es de Rueda?”.  La agresividad o se fomenta o muere, así  que no debemos alimentarla nosotros.

Estas técnicas exigen mucho autocontrol, quizá una autosugestión previa y una práctica continuada. Sin embargo, los resultados pueden ser permanentes.  Si tu entorno llega a considerarte como la persona que les va a ignorar digan lo que digan, dejarán de hacerlo, porque les has quitado la diversión.

Tiempo en pareja

Una vez que hemos neutralizado lo más posible el entorno, vamos a sacar partido a la situación: tenemos vacaciones,  días libres, ocio y, desde luego, tiempo de ocio en pareja. Si alguien está pensando que no, ya le digo que se equivoca: es cuestión de priorizar.

A veces, sobre todo las mujeres, nos empeñamos en conseguir la perfección: estos días todo tiene que estar “perfecto”, nos matamos a trabajar y no disfrutamos nada.  El precio por esta perfección es altísimo: agotamiento físico, malhumor y, además, dejar a cero el tiempo para pasarlo bien en pareja. No puede ser: primero porque no puedes acabar unas vacaciones más cansada de lo que empezaste. Segundo, si te organizas, no hacer falta matarte. Plantea un menú que sea “congelable”, lo preparas dos semanas antes, con la colaboración de toda la familia y te dejas de guisotes de última hora.  O compra en un supermercado algo precocinado, si tu economía da para eso. ¿Será tan bueno para el paladar? Quizá perderéis algo. ¿Para la familia? Probablemente, ganaréis mucho.

En cuanto a los hombres, tenéis alguna tendencia a quitarse de en medio en estos preparativos. Bueno,  pues hay que reflexionar: un poco más de colaboración que nos facilite más intimidad sexual, ¿merece la pena? Seguro que muchos respondéis que sí.

Juegos en pareja

Si ya os habéis organizado para tener tiempo, estos días son buenos para “juegos de recompensa”. Cada vez que uno se sacrifique accediendo a una actividad familiar “del otro”, puede pedir su recompensa. Os planteamos algunas opciones.

  • 5 actividades sexuales

Cada uno de vosotros debe escribir 5 actividades sexuales que os apetezca que vuestra pareja os regale. Por ejemplo, un masaje sensual, un streaptease, alguna postura sexual que os guste más… Como de costumbre, deben ser prácticas consensuadas, pero no necesariamente, “el repertorio de siempre”. Podéis innovar tanto como os apetezca a ambos.

  • Cita en un hotel

Podéis hacer un viaje o quedar en vuestra propia ciudad. Vosotros elegís si  llegar juntos a la habitación o encontraros “casualmente” en el bar y jugar a ligar. Si andáis muy mal de dinero, podéis hacer lo mismo, pero acabar en casa: quedáis en el bar un hotel de prestigio o un local sofisticado y luego seguís con el plan.

  •  Ponemos el árbol

Utilizad algunos adornos navideños para decorar a vuestra pareja, que no llevará otra ropa. Cuando esté bien para vuestro gusto, empezad a quitar adornos usando las manos, la boca o cualquier parte del cuerpo. Y  hasta donde os lleve el juego…

Aparte de éstas, hay muchas más propuestas que podéis improvisar, pero lo importante es que, verdaderamente, paséis unas felices fiestas y dediquéis tiempo a la pareja. Al final, son días para compartir en familia y disfrutar con los tuyos.

Por Ana Macías

 

VN:F [1.9.22_1171]
Rating: 0 (from 0 votes)
Por espill