ABC Sexología | El sexo con amor es mejor…¿o no?

El sexo con amor es mejor…¿o no?

No sé si por ser psicólogo, por ser sexólogo o sencillamente porque es un tema recurrente para muchos, más de una vez he participado en conversaciones sobre el sexo y el amor, y más de una vez el dialogo ha llevado a que alguien diga algo así como “el sexo es algo fantástico pero el sexo con amor es aún mejor”. Es más, estoy convencido que en el pasado más de una vez yo mismo he defendido la supremacía del sexo con amor sobre el sexo sin amor. Sin embargo en la actualidad me inclino a pensar que esto no es así y no creo que sea necesario concluir que el sexo de los enamorados sea mejor, veamos por qué.

Según la Declaración Universal de los Derechos  Sexuales, la sexualidad es una parte integral de la personalidad de todo ser humano y su desarrollo pleno depende de la satisfacción de las necesidades humanas básicas como el deseo de contacto, intimidad, expresión emocional, placer, ternura y amor. En las relaciones sexuales entre dos personas (que es de lo que estoy hablando en este momento) pueden confluir multitud de pensamientos, sentimientos  y sensaciones que se convierten en la base de una excelente manera de comunicación. De hecho, uno de los aspectos fundamentales a la hora de entender el sexo es comprender que es una privilegiada forma de comunicación donde se pueden transmitir multitud de ideas y realidades pero sobre todo emociones, y todo ello desde el placer.

Por otra parte,  y tras acercarnos al concepto de sexo, para intentar responder al título del artículo es necesario acercarnos al concepto de amor en la pareja. Según Sternberg, el amor está formado por tres componentes básicos: la pasión, la intimidad y el compromiso. De todos, el que más se suele relacionar con el sexo es la pasión, donde el deseo y la atracción física son fundamentales.  Sin embargo no es menos importante el sexo en la intimidad, donde la cercanía, confianza y los vínculos afectivos son fundamentales o en el compromiso, donde la fidelidad sexual tiene parte fundamental en nuestra sociedad. La definición del amor es difícil, pero son muchos los autores que hablan de deseos, emociones, ideas y comportamientos a la hora de intentar aproximarse  al mismo, por lo que podemos concluir que el amor es una compleja constelación de todas esas variables a la vez.

Como podemos ver, el sexo y el amor tienen muchos aspectos en común y relacionados entre sí, pero sobre todo son dos mecanismos básicos en las relaciones humanas donde el placer y las emociones positivas son fundamentales. Con todo ello parecería fácil concluir que el sexo y el amor, si van juntos, pueden multiplicar sus bondades. Sin embargo el problema principal de toda esta cuestión es otro. ¿Podemos defender que algo es mejor para todo el mundo o para todas las situaciones de nuestra vida?

El sexo sin amor y el sexo con amor pueden tener muchos aspectos similares pero otros que no lo sean tanto y la ciencia aún no nos proporcionan respuestas claras al respecto. Los apasionantes estudios que investigan la química del sexo y los cambios hormonales que conllevan pero sobre todo los que investigan la actividad del cerebro durante la respuesta sexual y el orgasmo son muy recientes y aún tienen mucho por descubrir. Por ejemplo, en el momento del orgasmo las endorfinas y la oxitocina facilitan una sensación de bienestar y apego que facilitan una unión emocional entre las personas que están teniendo la relación sexual. Sin embargo, la cantidad de oxitocina liberada por los hombres durante la masturbación es menor que durante el coito. ¿Podrían por ejemplo nuestros cuerpos responder de forma diferente cuando estamos teniendo sexo dependiendo de si es dentro de una relación amorosa o si sólo es sexo casual de una noche con un desconocido? Sencillamente, no lo sabemos (o por lo menos yo no he encontrado estudios que respondan claramente a esta pregunta), y sin embargo muchos intuimos  que puede ser así.

En una relación sexual se pueden conseguir muy distintas sensaciones de placer. No solamente dependiendo de cómo sea nuestra actividad sexual sino dependiendo de quién sea la otra persona, cuál sea mi situación y cuáles sean mis expectativas, emociones, experiencias previas, en fin, todos los factores que nos rodean en ese momento. Hay relaciones sexuales cuyo placer más físico no es muy grande y que sin embargo vivimos con un gran placer emocional (porque haya sido con una persona a la que queremos mucho o simplemente porque haya pasado mucho tiempo desde la última vez que “nos acostamos” con alguien, hayamos ligado con la persona más atractiva de los alrededores y todo eso haya reforzado una maltrecha autoestima). Y hay relaciones con un gran placer físico que nos hacen “sentir que dios existe” y donde el amor no está ni se le espera. ¿Es mejor el sexo de una pareja estable que se quiere “con locura” que el de dos desconocidos que se desean “con locura”?

Vivimos en una sociedad donde continuamente comparamos cosas, medimos e intentamos saber qué es más o qué es menos. Vivimos en un mundo lleno de rankings donde necesitamos saber qué nación es más rica, cuál ha sido la mejor película del año o la persona más influyente de nuestro país. La gente se pregunta qué alimentos son más sanos, cuál es la mejor y más rápida forma para adelgazar o cuál es la mejor tablet del momento. Sin embargo todas estas preguntas parten del error de creer que hay una única respuesta para cada una de ellas. En diferentes momentos, podemos desear cosas distintas, nos pueden gustar cosas distintas y es que todos sabemos que sobre gustos no hay nada escrito (o hay mucho escrito pero nada es concluyente). Además las personas pasan por diferentes momentos y nos puede apetecer cosas distintas en distintos momentos. El mejor sexo es aquel que cumple o supera nuestras expectativas. Si queremos sexo sin amor, lo mejor es el sexo sin amor y si queremos sexo con amor lo mejor es el sexo con amor.

Por César Martínez Romero

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